Por fin se han juntado los 1.083 millones de euros, a invertir en 14 años,
necesarios para hacer realidad el mayor telescopio del mundo, el E-ELT. O casi.
Los países del Observatorio Europeo Austral
(ESO) celebran mañana en Santiago de Chile una reunión extraordinaria del
Consejo de sus países miembros en la que está previsto dar el pistoletazo de
salida a la construcción de este gran proyecto, planeado desde hace unos años,
que debe conferir una posición privilegiada a la astronomía del viejo
continente. Ni siquiera EE UU tiene planes tan ambiciosos. El último impedimento
para empezar a andar, una vez completado el diseño de ingeniería y elegido el
lugar (el desierto chileno de Atacama), era la cuestión económica. Ahora se han
comprometido ya 11 de los 14 países del ESO y están pendientes de la
ratificación de Brasil como nuevo socio, lo que debe permitir la completa
financiación del E-ELT (siglas en inglés del Telescopio Europeo Extremadamente
Grande). Pero España no está entre los 11 participantes confirmados del futuro
observatorio. Tendría que pagar 40 millones de euros (en más de una década) para
estar dentro. Tampoco están Portugal ni Dinamarca, aunque parece haber
movimientos en ese último país.
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